Qué contempla la firmada ley de la comida chatarra y qué falta para su aplicación

El presidente Iván Duque firmó la ley 2120, que busca fomentar entornos alimentarios saludables y prevenir enfermedades no transmisibles.

Redacción de Gestarsalud

Con la nueva Ley 2120 sancionada por el Gobierno Nacional, Colombia tiene, finalmente, una ley que busca fomentar los entornos alimentarios saludables, prevenir enfermedades como la obesidad, la diabetes y la hipertensión y crear una nueva forma de relación de los consumidores frente a los alimentos ultraprocesados.

La ley, llamada por algunos sectores como de la comida chatarra, es el resultado de años de debate público -en el camino se hundieron varios proyectos similares- y de esfuerzos por incorporar una regulación en materia de etiquetado de los productos ultraprocesados, pues hasta el momento las tablas nutricionales usadas eran fruto de un intento de autorregulación de la industria.

En lo aprobado por el Congreso y lo firmado por el presidente Iván Duque se aborda de forma integral el desarrollo de entornos alimentarios saludables desde varios aspectos: se eleva a rango de ley el etiquetado frontal para mejor información nutricional; se compromete a los colegios con el incremento de la actividad física en niños; se implementan entornos laborales saludables; se afina el alcance de la Comisión de Seguridad Alimentaria con nuevas obligaciones; y se emiten contenidos sobre promoción de la salud, entre otros.

Para muchas organizaciones, sin embargo, el punto central de la ley son los sellos frontales de advertencia, que ya se usan en varios países para advertir cuándo un producto empaquetado o embotellado tiene altos niveles en sus componentes críticos que pueden ser un riesgo para la salud. Este mismo esquema de etiquetado, valga decir, tiene respaldo de la Organización Mundial de la Salud pues se ha comprobado que puede incidir en los niveles de obesidad o en la aparición de varias enfermedades.

El congresista Mauricio Toro, ponente de la ley, es claro es decir que en ningún momento se prohíbe el consumo de algún producto sino que, por el contrario, lo que se consigue es que los consumidores tengan elementos de juicio para saber si compran o no determinados alimentos a partir de la información nutricional. “Lo mejor de esta ley es que no estamos prohibiendo absolutamente nada, solo estamos exigiendo a la industria entregar información verídica y de forma sencilla para que los colombianos puedan tomar mejores decisiones a la hora de alimentarse”, explica Toro. 

De esa forma, los paquetes, cajas y botellas de alimentos deberán incluir sellos en los que adviertan si tienen exceso de ingredientes como azúcar, sodio, grasas saturadas y edulcolorantes que puedan afectar la salud, agrega el congresista.

A su turno, Camilo Montes, director ejecutivo de la cámara de alimentos de la Andi, que representa los intereses de la industria, asevera que gracias a esa ley y a la resolución 810 del Ministerio de Salud -que también establecía etiquetado en alimentos- “hoy Colombia cuenta con el más moderno marco regulatorio de etiquetado en la región. Con este se espera contribuir a que los colombianos accedan a la mejor información a la hora de comprar alimentos y así avanzar en la adopción de hábitos de vida saludable”.

“Esta ley recoge un debate democrático y técnico de varios años y es por ello que nos entusiasma el resultado. Sabemos que es un reto y una oportunidad para la Industria, por lo cual estamos listos para seguir avanzando y continuar cumpliéndole al país, tanto en el abastecimiento de los hogares como con la nueva regulación”, remata Montes. 

¿Qué viene ahora?

Y si bien ya se firmó la anhelada ley, falta camino aun para que pueda verse reflejada en los productos ultraprocesados que diariamente consumen los colombianos. Antes, en el término de un año, se debe ajustar la resolución 810 que estaba orientada en el mismo sentido y el Ministerio de Salud debe adoptar el etiquetado que cuente con la mayor evidencia científica.

Carolina Piñeros Ospina, directora ejecutiva de Red PaPaz, una de las organizaciones que promovió activamente esta ley, afirma que esa elección del etiquetado con mayor evidencia debe estar libre de conflicto de interés y ceñido a los lineamientos de la OMS.

“El reto que viene es que el Ministerio de Salud reglamente el etiquetado basado en la mayor evidencia científica disponible y libre de conflicto de interés y que se desista de un etiquetado acordado con la industria de comestibles y bebidas que no es eficiente, de acuerdo con los estudios ya realizados en el país”, asegura.

Cabe recordar que con la resolución 810, firmada en junio pasado, Colombia hizo obligatorio incluir la tabla nutricional en todos los alimentos envasados que circulan en el mercado colombiano y que la tabla nutricional sea de un tamaño mínimo del 25 por ciento de la cara donde se ubique.

Sin embargo, esa resolución fue cuestionada por organizaciones científicas y ciudadanas porque se establecieron unos sellos frontales circulares que decían “Alto en” sodio, azúcares añadidos o grasa saturada, lo que a su juicio no alcanzaba para advertir los riesgos a los consumidores. El reto inmediato es, entonces, alinear la resolución 810 con lo establecido por la ley 2021.

Importancia en salud pública

Iván Darío Escobar, médico endocrinólogo y especialista en temas de manejo de obesidad, explica que luchar contra el consumo de productos alimenticios y bebidas azucaradas que golpean la salud de los individuos es parte del esfuerzo por promover hábitos y estilos de vida saludable para disminuir las enfermedades crónicas no transmisibles.

“Necesitamos que la gente sepa lo que está comiendo y para eso se requiere que haya un etiquetado en los productos de consumo que alerte a las personas sobre los excesos que pueda tener en azúcares, sal o grasas, y así pueda el individuo tomar una decisión de comprarlo o no. La ley impone que ciertos productos lleven unos sellos negros en forma de rombo que digan exceso de sal o de azúcares o de grasas”, aterriza.

Para Escobar, la ley va más allá pues pretende promover estilos y formas de vida y entornos saludables y dispone que haya vigilancia en la publicidad de productos alimenticios y bebidas azucaradas. “En resumen, promoverá hábitos y estilos de vida saludable, entornos saludables y una propuesta de etiquetado que ayude a que las personas elijan mejor los productos con miras al cuidado de su salud”, indica.

Al respecto, Elisa Torrenegra, directora ejecutiva de Gestarsalud, celebra la promulgación de esta ley que se alinea con el interés de salud pública de tener poblaciones sanas y mejor informadas: “Estamos de acuerdo con que todo lo que se pueda hacer para el bienestar de las personas y la orientación adecuada en el mejor consumo de los alimentos”.

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