El covid persistente: un reto para los sistemas de salud

Experto español expone los retos que supone el covid persistente para los sistemas de salud, en especial el de Colombia.

Redacción Gestarsalud

Tras dos años largos de pandemia por el covid-19 y ante una relativa calma actual, luego del quinto pico, el covid prolongado, también llamado poscovid, irrumpe como una realidad que deben afrontar millones de personas que tuviero el virus.

Ya en el 2021, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) caracterizó esta condición y la explicó como aquellos síntomas causados por el covid-19 que persisten más allá de los tres primeros meses de haber estado contagiado.

Desde entonces, la ciencia ha estudiado el covid persistente encontrando que puede ser experimentado por al menos uno de cada cuatro personas que tuvieron el virus y que los síntomas descritos como más comunes son fatiga, falta de aire o dificultad para respirar, tos, dolor articular, dolor en el pecho, problemas de memoria, de concentración o para dormir, dolor muscular o de cabeza, latidos rápidos o palpitaciones y depresión o ansiedad.

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Para entender esta entidad y los retos que supone para el sistema de salud colombiano, donde más de 6 millones de personas han sido diagnosticadas con el virus, Gestarsalud entrevistó a uno de los mayores expertos en el tema, el investigador español Francisco Mera Cordero, director de la unidad ‘Long Covid, síndromes postvirales y medicina de precisión’ en el Centro Blue Healthcare.

Además Mera es especialista en Medicina de familia y comunitaria y experto en el diagnóstico y tratamiento de síndromes post virales, siendo uno de los especialistas con mayor experiencia clínica en el mundo en el tratamiento de síntomas post-covid y en el diagnóstico y tratamiento del covid persistente. El especialista también es docente del Grado de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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¿Cuando empieza la comunidad científica a notar que hay una posibilidad de una entidad más allá del pico de infección por covid-19?

En mayo de 2020 comienzo a identificar los primeros pacientes, algunos de ellos eran compañeros médicos que se habían infectado y que continuaban con síntomas y en junio del 2020 ya la OMS habla de los síntomas que persisten en el tiempo, no lo identifica como enfermedad todavía, pero en junio de 2020 ya hablaban de esa posibilidad. Los síntomas no eran tan graves -fatiga, persistencia de un cansancio muy extremo, sensación de falta de aire, palpitaciones, problemas de memoria, de concentración-, pero sí generaban atenciones hospitalarias.

Realmente en muchos casos se valoró que fueran síntomas más de índole psicosomático, que era más psiquiatrico por decir, pero bueno, pronto vimos que eran muchos síntomas, con muchísima gente afectada y además siguiendo un patrón, la gran mayoría eran mujeres de mediana edad, entre 30 y 50 años, jóvenes, sin patologías previas. Estas personas no podían, por ejemplo, reincorporarse a su lugar de trabajo, lo cual produjo un problema de baja laboral, de ausentismo laboral y en algunos casos ha llegado a tener procesos de invalidez absoluta, de jubilación forzosa por los síntomas.

¿Cuándo esta nueva sintomatología trasciende lo anecdótico, es decir, como unos pocos casos, y se empieza a construir ya desde la evidencia esta nueva entidad?

En España, en noviembre de 2020 se hizo un estudio con 2.000 pacientes españolas porque ya se habían empezado a crear asociaciones de pacientes de las diferentes regiones. En colaboración con la Sociedad Española de Medicina General se hizo un estudio, exactamente una encuesta de salud en pacientes que habían pasado por covid-19 y ver cuántos de estos pacientes tenían síntomas persistentes, y fue ahí donde se valoró que al menos del 10 al 15 por ciento de los pacientes que habían sido infectados en primera ola continuaban con síntomas en origen. Eso fue en España.

En Estados Unidos, en enero de 2021, dos doctoras españolas, Sonia Villapol y la doctora Yolanda López de León, publicaron también un metaanálisis con más de 50.000 pacientes que explicaban síntomas más allá de los tres meses. Ahí se empezó a tipificar el tipo clínico y a partir de ahí ya se han ido generando más estudios de tipo biológico para leer las causas que identifiquen y justifiquen todos estos síntomas que no se acaban de marchar.

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La OPS dijo que entre el 10 y el 20 por ciento de personas que han tenido covid-19 pueden experimentar ese covid prolongado y que por tanto los sistemas de salud deberían prepararse para esas condiciones ¿Desde su experiencia cómo percibe después de estos dos años de pandemia que se han blindado los sistemas de salud ante estas personas que tienen covid persistente?

Se han creado algunas unidades de covid persistente para estos pacientes, pero ocurre que el tipo de pruebas que se realizan no son capaces de diagnosticar el daño, que es más bien biológico y molecular. Nosotros en una unidad avanzada que tenemos aquí en Madrid hacemos un estudio de medicina molecular tipificando los daños biológicos que han ido asociados a la conducta, porque con analíticas convencionales, con marcadores convencionales que utilizamos en nuestra práctica clínica, así como con pruebas convencionales, radiografías, resonancias, no somos capaces de identificar ese daño. Si utilizamos, en cambio, técnicas más avanzadas cómo de medicina molecular para ver la actividad metabólica de los órganos, ahí es en donde observamos el daño de los diferentes órganos provocado por la infección persistente.

Es importante estudiar por qué ocurre el síntoma y no estudiar simplemente el síntoma. A partir de lo investigado hemos planteado que existe una respuesta autoinmune, se generan autoanticuerpos frente a diferentes proteínas del cuerpo, se induce una enfermedad autoinmunitaria, el sistema inmunitario va contra sí mismo en estos pacientes y estamos intentando saber, más allá de que sí existan estos autoanticuerpos, por qué estas personas han generado esa respuesta, a diferencia de los pacientes que pasamos covid y sanamos sin ningún problema.

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¿Cuáles son los retos y las necesidades que plantea esta condición para las personas y para los sistemas de salud?

Primero hablemos de los pacientes que en general acuden a muchísimas citas con muchísimos especialistas y se realizan muchísimas pruebas todas ellas ineficientes, porque es difícil diagnosticar el daño. Justamente por eso abogo porque hayan unidades de médicos especializados en esta patología igual que existen servicios específicos para enfermedades como esclerosis múltiple, Parkinson, Alzheimer. Pero también un servicio de rehabilitación física, los pacientes adolecen de la capacidad de hacer ejercicio porque de repente se sienten muy fatigados. Necesitan también tener nutricionistas, rehabilitadores físicos y una parte de rehabilitación neuro cognitiva.

¿En la práctica clínica han podido detectar quienes sufren más de covid persistente?

Estamos en ello, estamos haciendo diferentes estudios, viendo que son personas que probablemente ya tenían una mala respuesta inmunitaria, por así decirlo, además de cierta tendencia a enfermedades autoinmunes o rasgos de autoinmunidad, como puede ser intolerancias alimentarias como intolerancia al gluten o intolerancia a la lactosa o pequeños problemas de tiroides y luego que estamos viendo estos autoanticuerpos. También el tema del estrés, sabemos que esto es importante a la hora de responder ante las infecciones no sólo del covid sino en otras patologías. Entonces sí estamos observando que habría unos patrones que podríamos identificar como predisponentes a padecer covid persistente, pero aún estamos en esta fase de acabar de tener la certeza absoluta con evidencia cientifica.

¿Podríamos decir que el covid prolongado nos tomó por sorpresa?

En este caso ocurrió un tsunami de infecciones agudas, millones y millones de infecciones agudas que generaron muchísimos millones también de covid prolongado a consecuencia de ello nos pilló totalmente desprevenidos.

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¿En qué otra cosa deberían estar pensando los sistemas de salud para adaptarse a esta realidad del covid persistente?

Básicamente la infección por covid-19 continúa estando y no sabemos cuántos años más va a durar, porque si bien a nivel agudo parece que se está controlando la gravedad, el covid persistente continúa y sobre todo con estas infecciones masivas de población. Por eso lo más importante es poder plantear unidades asistenciales, pero que a la vez sean de investigación. O sea, aprender evidentemente de los pacientes haciendo ese tipo de técnicas de medicina molecular, de biología, que evidencie ese daño biológico que nos va a ayudar a poder tratarlo de una manera mucho más precisa y no de una manera errática como hasta ahora ha pasado.

Entonces, si tenemos historias clínicas que estén enfocadas, sistemas informáticos de historia clínica enfocados al covid persistente en donde mezclemos datos clínicos junto a datos biológicos de una manera relativamente rápida seremos capaces de llegar a dar respuesta al porqué ocurre el covid persistente y sobre todo buscar las soluciones para los pacientes.

¿La ventana de tiempo ya nos permitió saber si esta condición de covid persistente tiene cura?

Tenemos gente que está enferma con síntomas desde marzo de 2020 y siguen con síntomas hoy y no se han recuperado y no han podido volver a hacer la misma vida, ni han vuelto a trabajar, o sea su vida cambió por completo porque se convirtió en una persona con discapacidad.

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